PREGUNTA N° 100
LA MISIÓN DE CRISTO
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Si el mundo es una escuela de entrenamiento y todos debemos evolucionar alguna vez, ¿por qué fue necesario que el Cristo muriese por nuestra salvación?.
Respuesta: Si usted ha estudiado el Concepto Rosacruz del Cosmos, recordará que en diferentes períodos del desarrollo del mundo hubo ciertos rezagados que no llenaron los requerimientos y no pudieron pasar a la clase siguiente, por así decirlo. Esto es así bajo el mismo principio que vemos en nuestras escuelas de hoy. En cada clase de niños hay algunos
que no se aplican tanto como los otros, y por lo tanto, cuando llega el tiempo de exámenes, no están listos para pasar a la clase superior y deben consecuentemente ser dejados atrás. Bajo el régimen de Jehová el egoísmo que inculcado a la primitiva humanidad para ayudarla a evolucionar. En la primitiva Atlántida el Espíritu acababa de entrar en el cuerpo, y todos sentíamos la afinidad de ser hijos del gran Padre. Sin embargo, estaba designado que conquistásemos el mundo y desarrollásemos la individualidad, y con este fin fuimos divididos
en naciones y familias.
Habiéndonos sido dado dominio sobre todas las cosas, fuimos estimulados a adquirir posesiones. Favor material, aumento de hijos, de ganado y de tierras nos fueron dados como
recompensa a la obediencia a los dictados de los varios Espíritus de Raza que eran considerados como mensajeros de Dios. Y por el contrario, si transgredíamos y desobedecíamos los mandamientos de Jehová, teníamos que sufrir hambre, peste y otras calamidades materiales. Bajo el régimen de Jehová no hubo promesa de un cielo, porque se dijo que “aún los cielos son del Señor, pero la tierra ha sido dada a los hijos de los hombres”.
Más aún, se les dijo que serían recompensados con larga vida para vivir sobre la tierra, si eran obedientes a sus mandatos. De esta manera, por grados, el egoísmo y la búsqueda del propio interés se pusieron de relieve, y las buenas obras que son la base de la vida celeste cuando se progresa espiritualmente, fueron descuidadas. Cuanto más inteligentes se hicieron los pueblos, mayor fue su astucia, y se ejerció la codicia para hacer tesoros en la tierra, pero nunca se tuvo un pensamiento sobre los tesoros celestiales, tan necesarios para el avance espiritual. El cuerpo también se cristalizó más y más por este método, y si se hubiese proseguido así indefinidamente, la evolución se hubiese detenido. La humanidad construye tanto en la Tierra sus propios cuerpos como en el Segundo Cielo, entre dos vidas, y los hombres habrían cristalizado la tierra y a ellos mismos en su acaparado egoísmo, hasta que habría llegado a ser como la Luna.
Para escapar a tal calamidad, fue necesaria otra influencia, y el vidente que puede ver en la Memoria de la Naturaleza, ve que edades antes del advenimiento verdadero del Cristo, Su benéfica influencia fue ejercida desde afuera. Estaba preparándose para actuar como Espíritu Interno de nuestro planeta y así elevar la vibración con el fin de purificar la atmósfera moral y cambiar la máxima de "Ojo por ojo, y diente por diente", por la de "Amad a vuestros enemigos". Jehová es el regente de todos los satélites de nuestro sistema solar. Con el fin de
estimular a los espíritus rezagados contenidos en estas lunas, es necesario usar los medios más vigorosos indefinidamente, pero tan pronto como ha sido alcanzado un estado de suficiente iluminación por parte de la humanidad de un planeta, el Cristo Cósmico les toma en sus "manos" para salvarles de la ley por medio del amor. Infunde en ellos y en la atmósfera planetaria las altruistas vibraciones de hermandad.
Sumergir Su conciencia en condiciones tan bajas y materiales con suficiente concentración para conseguir su objeto, implica una muerte temporal para los reinos más elevados y espirituales; pero esto es necesario, y por consiguiente, Cristo debió morir para salvar al mundo.
del libro "Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas"
Tomo Segundo, de Max Heindel
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